Diego Maldonado (2021). La invasión consentida. 359 págs. Barcelona: Debate. ISBN: 978-84-18006-70-8.

¿Cuántas probabilidades hay de que, en una relación entre dos gobiernos afines, pero muy diferentes, el socio grande y rico sea quien ceda comando y control al socio pequeño y pobre? ¿Cómo puede ocurrir este fenómeno extraño y peculiar? ¿Qué impulsa a una potencia petrolera para que entregue parte cuantiosa de su riqueza a una isla al borde la quiebra? ¿El vínculo entre Venezuela y Cuba los últimos 23 años ha sido en virtud de la camaradería revolucionaria o hay algo más? Estas son las preguntas que pretende responder La invasión consentida, una extensa investigación sobre los vínculos entre el chavismo y el castrismo, desde el primer contacto entre el entonces teniente coronel Hugo Chávez y el mítico Fidel Castro hasta la difusa actualidad enmarañada por miles de «acuerdos bilaterales» con los que Venezuela ha sostenido económicamente, en detrimento de sus propios intereses, al régimen de La Habana.

La autoría del libro está bajo el seudónimo de Diego G. Maldonado. Los editores responsables han optado por un seudónimo para proteger la identidad de los periodistas detrás de este proyecto de investigación con el fin de evitar posibles represalias en Venezuela, donde existe un extenso historial de comunicadores perseguidos y encarcelados.

La obra cuenta con un acervo informativo cuantitativo y cualitativo relevante para la ciencia política, el derecho, las relaciones internacionales y la historia. Repasa los hechos y su contexto. Revisa en detalle los actores y las acciones que llevaron al desembarco del añejo sistema cubano en el Estado venezolano.

La luz verde que dio Chávez en 2003 luego del golpe de Estado (abril 2002) permitió que Cuba diera asesoría a la administración venezolana en el diseño e implementación de las «Misiones Sociales», programas universalistas para la asistencia social en alimentación, educación y salud que luego se diversificaron en más de 50 planes diferentes. Este fue el visto bueno decisivo para el despliegue de La Habana en Venezuela. Se expresó con médicos en barriadas populares, maestros para alfabetizar, informáticos para reformar el servicio de identificación y registros, funcionarios para la importación y distribución de alimentos, gestión y suministro eléctrico, consultoría en el negocio petrolero y asesoría estratégica en seguridad interna y militar. Todo esto con pasmosa proactividad por parte del lado cubano, que, tal como sustenta este trabajo, no tuvo su correlato en la dirección opuesta. Es decir, el Estado venezolano no penetró al régimen de Cuba. El tutelaje ha sido unidireccional.

La invasión consentida plantea la paradoja de la intervención a la soberanía fomentada desde un Estado de condiciones infinitamente más ventajosas que las de su socio-tutor. En América Latina no es un hecho aislado, por el contrario, configura una realidad trascendental enquistada en el corazón de la región.

Queda en relieve cómo la erosión de la institucionalidad democrática permitió al gobierno de Chávez un manejo discrecional sin obstáculos que posibilitó la entrega de información, espacios y recursos claves del Estado venezolano a su homólogo cubano. En palabras de Chávez en 2009, Cuba cuenta con un «mapa muy muy completo» de las reservas minerales del país (p. 14).

El libro, que compila y conecta gran cantidad de datos, permite una mirada cronológica que ayuda a comprender cómo ocurrió este «sometimiento voluntario» en nombre de la revolución y el socialismo. Con claro enfoque descriptivo, la narrativa abunda en anécdotas y hechos políticos del momento que ayudan a comprender el contexto.

El libro está dividido en cuatro capítulos. El primero relata la formación de los vínculos, inicialmente entre Chávez y Castro y posteriormente entre ambos gobiernos. Explica la afinidad (y devoción) personal del político venezolano por la Revolución cubana, la misma que en los años sesenta organizó y financió levantamientos guerrilleros contra el gobierno legítimo de Rómulo Betancourt.

El segundo capítulo narra la cubanización del Estado venezolano con la participación de la isla en la economía, la política, la seguridad interna y las Fuerzas Armadas. El tercero expone el incremento exponencial del vínculo binacional. Y el cuarto repasa las secuelas y el deterioro económico de Venezuela a partir de la mala administración, el despilfarro, la corrupción y el descalabro de la industria petrolera. Sin embargo, a pesar de las adversas circunstancias que hacen de la época del boom de los commodities un lejano recuerdo, el vínculo cubano-venezolano, y su tutelaje, sigue intacto.

Una de las palabras más usadas por Chávez fue «soberanía», sin embargo, La invasión consentida demuestra cómo en los hechos esta fue duramente lesionada. «Cuba es el centro de gravedad de la revolución bolivariana» (p. 329). «El socialismo del siglo XXI reedita el ‘periodo especial’ de finales del siglo XX, esta vez por partida doble» (p. 345).

En resumen, el libro ofrece una lectura documentada, ágil y provocadora.

Ángel Arellano

Fundación Konrad Adenauer